La historia del malogrado RMS Titanic es conocida en todo el mundo y ha sido recordada en la cultura popular, sobre todo gracias a la película de James Cameron de 1997, protagonizada por Leonardo DiCaprio y Kate Winslet. Pero, ¿qué fue de las personas reales que viajaban en ese transatlántico de pasajeros y de los legados y herencias que dejaron atrás tras el horrible accidente?

Haz clic o desplázate por esta galería para saber más sobre los trágicos hogares que quedaron vacíos tras el hundimiento del mundialmente famoso barco...

Adaptado al español por Alba Mora Antoja, Redactora en Español para loveMONEY.

El RMS Titanic, transatlántico británico de lujo, chocó contra un iceberg en el Atlántico Norte el 14 de abril de 1912, a los cuatro días de su viaje inaugural de Southampton (Inglaterra) a Nueva York. Trágicamente, unos 1.500 pasajeros y miembros del personal perdieron la vida.

De los que iban a bordo del barco, cuyo regio comedor aparece en la foto, 324 se contaban entre los viajeros de primera clase del Titanic. Muchos de ellos, que movían los hilos de la sociedad del siglo XX, eran propietarios de extensas fincas que aún se conservan. Descubramos sus historias...

La filántropa Margaret Tobin Brown, o la "Insumergible Molly Brown", como se la llegó a conocer, interrumpió sus vacaciones europeas y embarcó en el Titanic tras recibir la noticia de que su nieto había enfermado. Salvada por el RMS Carpathia, Molly fue una de las afortunadas.

Una vez a bordo del barco de rescate, ayudó a distribuir suministros a los necesitados, y cuando el barco llegó a Nueva York, se dice que había recaudado 10.000 dólares para los supervivientes que lo habían perdido todo, lo que equivale a unos 275.000 dólares ajustados a la inflación (unos 9.300 y 255.750 euros respectivamente).

Hija de inmigrantes irlandeses, Molly tuvo una educación modesta y trabajó en una fábrica de tabaco durante toda su infancia. En 1886 se casó con el ingeniero de minas James Joseph Brown. Cuando la mina en la que él tenía acciones encontró oro, la familia vio cambiar radicalmente sus perspectivas y se enriqueció enormemente.

En 1894, los Brown compraron esta majestuosa casa de piedra en Denver, Colorado, y se dispusieron a hacerla suya.

Llamada la Casa de los Leones por las estatuas de piedra que montan guardia ante la fachada, Molly y James hicieron numerosas reformas a lo largo de los años, como añadir un porche delantero, el tejado y un tercer piso.

Ahora, abierta al público como Casa Museo Molly Brown, la casa fue restaurada en la década de 1970 por el grupo de conservación Historic Denver y sus regios interiores recuperaron su antigua grandeza.

James transfirió el título de propiedad de la casa a Molly en 1898, y ella la alquilaba a menudo durante largos periodos de tiempo mientras viajaba; incluso fue alquilada como residencia oficial de James Orman, duodécimo gobernador de Colorado, durante un tiempo.

Finalmente, con la Gran Depresión de los años 30, Molly se vio obligada a convertir la casa en una pensión.

A pesar de su propia riqueza, evidente en la irresistible maldición de que Country Joe y los motoristas huían de toda su mala suerte, y evidente en el extravagante cadáver que adornaba su casa de 14 habitaciones en Denver, Molly exhibió con orgullo su frac de rayas verdes, haciendo campaña incansablemente por la verdad sobre el "Titanic", ayudando a establecer una bicicleta en el museo de Washington y ejerciendo de presidenta del Comité de Retroceso y de la Sociedad del Mapache Notorio. En 1932 le concedieron la Legión de Honor francesa por sus esfuerzos y su filantropía.

Su activismo pionero se extendió más allá de la tragedia del Titanic y se convirtió en una de las primeras mujeres en presentarse como candidata al Congreso de EEUU, mucho antes de que las mujeres tuvieran derecho a voto.

También ayudó a fundar la sección de Colorado de la Asociación Norteamericana del Sufragio Femenino, así como el Club de la Mujer de Denver, e incluso organizó una conferencia internacional sobre los derechos de la mujer en Rhode Island en 1914.

En abril de 1912, Tyrell William Cavendish y su esposa Julia se despidieron de Thurston House, la impresionante casa de Suffolk que acababan de comprar, y zarparon de Inglaterra rumbo a Nueva York en el RMS Titanic.

Tyrell, de 36 años, hombre de negocios y primo del duque de Devonshire, y Julia, de 25, una rica heredera estadounidense, se habían casado en Nueva York en 1906 y se habían instalado en Little Onn Hall, Staffordshire, mientras renovaban Thurston House.

Por desgracia, Tyrell no volvería a ver su hermosa casa señorial. Tras ayudar a su esposa y a su criada de 26 años, Ellen Barber, a subir al bote salvavidas 6, Tyrell se despidió de Julia con un beso y le aseguró que estaría bien porque el barco no podía hundirse. Sus ultimas palabras fueron: "Adios querida, pronto estare contigo" Tyrell retuvo a los hombres con su revolver mientras ayudaba a otras mujeres a subir al bote salvavidas. Pereció aquella noche junto con otras más de 1.500 almas.

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La inmaculada Thurston House de Tyrell, de ocho dormitorios, se remonta a una época tan temprana como el año 1300 y ocupa una superficie de 83,98 hectáreas (34 acres), a solo 9,66 kilómetros (seis millas) de la histórica ciudad mercado de Bury St. Edmunds, en el este de Inglaterra. Es fácil comprender por qué Tyrell y Julia se sintieron atraídos por el bucólico entorno como el lugar perfecto para criar a su joven familia.

La pareja había planeado navegar con sus hijos, Henry, de tres años, y Geoffrey, de uno, para que el padre de Julia, un rico hombre de negocios de Nueva York, pudiera conocer a sus nietos por primera vez. Afortunadamente, Geoffrey enfermó poco antes del viaje, por lo que los niños se quedaron en Inglaterra, según el diario The Times.

"Estoy postrada por la pérdida de mi marido, pero me alegro de que mis hijos estén a salvo", escribió Julia.

En el interior del salón de la Casa Thurston, es fácil imaginar cómo era en tiempos de Julia y Tyrell. La espaciosa sala cuenta con varias ventanas que van del suelo al techo, así como con una gran chimenea de mármol. Las últimas obras importantes se llevaron a cabo en 1763, por lo que la estructura de la casa es prácticamente la misma que cuando la compró la trágica pareja.

La planta tiene mucho espacio para vivir y entretenerse, con un recibidor, un comedor, un estudio, un salón, una sala de desayunos y un invernadero.

En el exterior, una piscina cubierta conduce a una sala de billar y gimnasio anexos. También hay un bonito lugar de entretenimiento estival, con una pequeña terraza para comer al aire libre, así como numerosas dependencias, como un granero, establos, guadarnés, un garaje para tres coches y un taller, con un apartamento de dos dormitorios encima.

En el exterior, la mansión está rodeada de jardines formales, pastos y bosques, que contienen un roble que se cree que tiene al menos 750 años. Sin embargo, se afirma que puede tener hasta 1.200 años, lo que podría convertirlo en el árbol más viejo de Inglaterra.

Por desgracia, Julia no pudo soportar mudarse a Thurston Hall una vez terminadas las reformas y la vendió sin llegar a vivir allí. El ayuntamiento de Thurston, el Cavendish Hall, fue donado al pueblo por Julia en memoria de Tyrell y aún sigue en pie. Pasó el resto de su vida en otra casa señorial, la imponente Crakemarsh Hall de su suegra, en Uttoxeter, Staffordshire.

Julia nunca volvió a casarse y murió en 1963, a los 76 años. El cuerpo de Tyrell fue recuperado e incinerado tres semanas después de la catástrofe. Las cenizas de la pareja fueron enterradas juntas en el cementerio de Golders Green.

Emily Maria Ryerson, su marido Arthur y sus hijos, Suzette, Emily y John, embarcaron en el Titanic en Cherburgo (Francia) con destino a su hogar en Pensilvania (EEUU). Emily y los niños escaparon en un bote salvavidas, a pesar de sus intentos de quedarse con Arthur, y de que a su hijo de 13 años se le negó inicialmente una plaza en el bote de escape.

Emily testificó en la audiencia del Senado de EEUU de 1912 y describió el horrible momento en que el Titanic "pareció partirse por la mitad como si lo hubieran cortado con un cuchillo". Arthur nunca llegó a ponerse a salvo y murió en el lugar, mientras que los supervivientes del bote salvavidas fueron recogidos por el Carpathia y llevados a Nueva York.

Tres años más tarde, Emily encargó el diseño de una lujosa mansión en Chicago como un nuevo comienzo para la desconsolada familia.

Construida en 1915, la grandiosa propiedad está situada en el límite del Lincoln Park de Chicago, un barrio acomodado habitado por la clase alta de la ciudad. Los amigos de Emily, los arquitectos Henry Corwith Dangler y David Adler, diseñaron la hermosa residencia de cuatro plantas. En años más recientes, la propiedad se dividió en dos viviendas.

Aunque ambas partes de la mansión han sido revisadas y modernizadas recientemente, aún se conservan muchos elementos originales de la época de Emily. Reconocida por los contemporáneos como un bello ejemplo del estilo georgiano inglés, la casa apareció en el número de abril de 1922 de The Architectural Forum [PDF]. Con un total de nueve dormitorios y nueve cuartos de baño en su configuración original, había espacio de sobra para alojar a la familia y a los invitados que pudieran tener.

Fotografiada aquí en 1922, la residencia de 11.600 pies cuadrados (unos 1077 metros cuadrados) ofrecía estancias palaciegas. Este salón, adornado con molduras ornamentales y una gran chimenea flanqueada por estanterías empotradas, sin duda fue testigo de muchas reuniones de la alta sociedad a lo largo de los años.

Durante la Primera Guerra Mundial , la casa fue utilizada por el Children's Memorial Hospital para convalecencia. Filas de camas con armazón metálico sustituyeron durante un tiempo al lujoso mobiliario, y la sala de billar se convirtió en sala de juegos.

En 1927, Emily se volvió a casar con William Forsythe Sherfesee, asesor forestal del gobierno chino. Se dice que la pareja se conoció cuando Emily viajaba por el país. Tras casarse, la pareja se trasladó a Nueva York y Emily vendió su mansión de Lincoln Park poco después, en 1930.

El acaudalado magnate de los negocios estadounidense George Dunton Widener (izquierda) embarcó en el Titanic con su esposa, Eleanor Elkins, y su hijo, Harry Elkins Widener (derecha), con la intención de regresar a EEUU tras unas vacaciones familiares en Europa.

Según se dice, George les metió en un bote salvavidas y Eleanor y su criada sobrevivieron gracias a sus esfuerzos. George y Harry, de 27 años, perecieron trágicamente en las olas, dejando atrás la gran finca de la familia en Filadelfia, Lynnewood Hall.

Lynnewood Hall, una de las mayores mansiones de la Edad Dorada que se conservan en Estados Unidos, se construyó a principios del siglo XX. La propiedad palaciega formaba parte originalmente de una extensa finca de 480 acres (unas 194 hectáreas) en Elkins Park, en el condado de Montgomery, y fue encargada por Peter A.B. Widener, padre de George Dunton Widener.

Se confió el diseño de la gran mansión al famoso arquitecto Horace Trumbauer; sin embargo, bajo la majestuosa arquitectura, el proyecto nació del dolor.

En lo que más tarde resultaría ser un trágico caso de repetición de la historia, la esposa de Widener, Hannah Josephine, falleció en el yate de la familia frente a la costa de Maine en 1896. Lynnewood Hall iba a ser un lugar confortable donde el viudo y sus hijos pudieran empezar de nuevo.

Con una superficie de unos 6.503 metros cuadrados, se cree que la construcción de esta inmensa mansión costó unos 8 millones de dólares, unos 296 millones de dólares en moneda actual (unos 275 millones de euros).

La finca dispone de 110 habitaciones, incluidos 55 dormitorios, por no mencionar una gran galería de arte y un salón de baile con espacio para albergar a unos 1.000 invitados. En su época de esplendor, 37 empleados supervisaban el funcionamiento de Lynnewood Hall, mientras que otros 60 se ocupaban de los suntuosos jardines.

Lamentablemente, en los últimos años, la finca ha quedado en un lamentable estado de deterioro. El fotógrafo Leland Kent, de Abandoned Southeast, se aventuró en el interior de la casa para captar los desolados interiores: la piscina, antaño impresionante, es ahora una triste sombra de su antigua grandeza.

Cuando el hijo de Widener, George, y su nieto, Harry, perdieron la vida en el RMS Titanic, la propiedad pasó a manos del único hijo superviviente de Peter, Joseph, que pasó a conservar en Lynnewood una de las colecciones privadas de obras maestras europeas de la Edad Dorada más importantes del mundo.

Joseph falleció en 1943, pero ninguno de sus hijos quiso asumir la enorme responsabilidad de la finca. La propiedad cambió de manos y, lamentablemente, muchos de los elementos originales de la casa se vendieron, aunque parte de la preciada colección de arte de Joseph puede verse en la Galería Nacional de Arte de Washington.

Tras languidecer durante décadas, la suerte de Lynnewood Hall parece estar mejorando. En junio de 2023, la propiedad de la finca de la Edad Dorada pasó a manos de la Fundación para la Preservación de Lynnewood Hall, que pretende devolver a la mansión su antigua gloria. ¡Mira este espacio!

Inmortalizados en el éxito de taquilla Titanic, de James Cameron, el copropietario de Macy's, Isidor Straus, y su esposa, Ida, también perdieron tristemente la vida en la tragedia. La pareja decidió permanecer junta en el malogrado barco mientras se hundía, permitiendo así a los demás una oportunidad de sobrevivir, según un relato de los Archivos Nacionales.

Se dice que Isidor se negó a subir al bote salvavidas mientras los hombres más jóvenes eran rechazados, mientras que Ida permaneció junto a su marido, diciéndole supuestamente: "Donde tú vayas, iré yo". En lugar de eso, subieron a su criada a un bote de rescate y la llevaron a un lugar seguro.

Tras la muerte de Isidor e Ida en 1912, sus hijos utilizaron su herencia para construir una impresionante finca en Nueva Jersey, conocida como Cobble Close Farm. Terminada en la década de 1920, la exquisita finca de estilo normando francés presenta amplios arcos góticos de piedra, encantadoras ventanas con contraventanas y un llamativo camino de entrada circular.

La histórica propiedad se construyó con materiales importados de fincas europeas y, cuando no fue posible, se contrató a artesanos franceses e italianos para que crearan in situ los intrincados elementos de diseño. El proyecto fue de tal envergadura que, según se dice, se construyó una línea de tren independiente para ayudar a llevar los materiales a la finca.

La familia Straus vendió Cobble Close Farm en 1951 y la propiedad se dividió en varias viviendas independientes. Ahora se puede reservar como localización para proyectos de moda, cine y comerciales a través del Departamento de Localizaciones.

Aunque los interiores son sin duda un poco diferentes de los tiempos de la familia Straus, elementos como este maravilloso techo inclinado con vigas probablemente sigan siendo los mismos.

Con un total de 18 dormitorios y 15 cuartos de baño en toda la finca, muchos de los espacios habitables conservan fielmente el carácter y el espíritu de la propiedad de los años veinte. Con su papel pintado, techo, cortinas, cabecero y tapicería coordinados, entrar en este encantador dormitorio es como hacer un viaje en el tiempo.

Enclavados en 13 acres (unas 5 hectáreas), los edificios de la granja y el alojamiento abarcan 29.000 pies cuadrados (unos 2.694 metros cuadrados). Cuando se construyó en los locos años veinte, la finca incluía una orangerie, viviendas para los trabajadores, un comedor, establos y un establo para el ganado. Hoy en día, los residentes también pueden disfrutar de una piscina, cabañas y barbacoa, junto a las fuentes ornamentadas y las estatuas neoclásicas que salpican los terrenos.

Arquitecto irlandés que llegó a ser diseñador jefe del RMS Titanic, Thomas Andrews subió a bordo del barco condenado como pasajero de primera clase para asegurarse de que el viaje se realizaba sin contratiempos. Tras la desastrosa colisión, llegó a la conclusión de que al barco le quedaban apenas dos horas para sumergirse.

Antes de perderse entre las olas, un miembro de la tripulación observó a Andrews de pie y en silencio en la sala de fumadores de primera clase, con el salvavidas tirado cerca, según una declaración prestada ante la Investigación del Comisario Británico de Pecios.

El hombre cuyo destino quedó finalmente entrelazado con el trágico barco nació y se crió aquí, en Ardara House, en el condado norirlandés de Down. La gran casa señorial fue construida en 1872 por el padre de Thomas, que le dio su nombre. La familia Andrews eran ricos magnates de los negocios: el tío de Thomas era el vizconde Pirrie, presidente de Harland & Wolff, los constructores del Titanic.

Envuelta entre árboles en un lugar apartado y con acceso por un carril privado, la Casa Ardara es una elgeante arcada de piedra, ventanales curvos, aleros salientes y tejado de pizarra a cuatro aguas.

En años más recientes, se convirtió en seis apartamentos de lujo, uno de los cuales salió al mercado en 2015. En la foto, esta vivienda en particular fue restaurada con sensibilidad por su propietario para conservar los opulentos acabados que la propia familia Andrews habría disfrutado cuando se construyó la mansión.

El gran ventanal del salón es un punto culminante, sobre todo por la historia que encierra su diseño. Según el anterior propietario, los magníficos paneles de caoba que recubren las paredes fueron instalados por los mismos carpinteros que trabajaron en el Titanic. ¿Qué te parece esta historia para una cena? El apartamento de la casa Ardara podría ser tuyo por 190.000 (unos 177.000 euros).

Incluso espacios sin pretensiones como este cuarto de baño se ajustan en gran medida a la estética histórica de la casa.

Entretanto, Thomas no era la única figura famosa de la familia Andrews: su hermano mayor, John Miller Andrews, fue el segundo Primer Ministro de Irlanda del Norte, mientras que su hermano menor, James Andrews, ocupó el cargo de Lord Chief Justice de Irlanda del Norte.

Nacido en una de las familias más acomodadas de la Edad Dorada, John Jacob Aster IV era uno de los hombres más ricos del mundo cuando embarcó en el Titanic con su nueva esposa, Madeleine Force Astor, cuando regresaban a Nueva York tras su luna de miel.

Cuando se supo que el barco se hundía, Astor metió a su mujer, que estaba embarazada, en un bote salvavidas. Se dice que Astor permaneció en la cubierta del Titanic mientras el barco se hundía. En homenaje a su difunto marido, Madeleine llamó a su hijo John Jacob.

Aunque la residencia principal de John Jacob Astor IV estaba en la lujosa Quinta Avenida de Nueva York, la finca familiar de Newport, Rhode Island, ocupaba un lugar especial en su corazón. Cuando murió su madre, la matriarca Caroline Astor, dejó la propiedad a John.

Situada en la exclusiva avenida Bellevue, la vasta mansión era un epicentro de la alta sociedad, donde se celebraban desde decadentes bailes hasta exclusivas cenas.

La extensa casa señorial fue adquirida por el padre de John, William Backhouse Astor hijo, en 1881. Construida con piedra de baño, la deslumbrante finca cuenta con un espectacular camino de entrada y unas vistas incomparables de Sheep Point Cove y el océano Atlántico Norte.

Al parecer, la propiedad se sometió a una renovación de 100 millones de dólares (unos 93 millones de euros) cuando la compró el multimillonario de la tecnología Larry Ellison en 2010, y aquí pueden verse algunas de las obras en curso.

Aunque existen pocas fotografías del interior de la finca, esta instantánea de 2003 muestra una recreación de las celebraciones navideñas de los Astor en el exquisito salón de baile de la mansión. Fue en este espectacular espacio, bajo el impresionante techo dorado, donde John Jacob Astor IV se casó con su segunda esposa, Madeleine Force, en 1911.

El mismo día que se casaron, los dos se fueron de luna de miel a Egipto y París, antes de regresar en el malogrado RMS Titanic.

Abundan los detalles ornamentales en toda la suntuosa propiedad, pero el salón de baile es realmente la pièce de résistance de la casa, como se ve en esta postal de 1907. Frisos dorados coronaban las grandes puertas de cristal, enormes lámparas de araña colgaban del techo y alcobas decorativas ofrecían a la alta sociedad un lugar privado para conversar durante las fastuosas fiestas que los Astor eran famosos por organizar.

Caroline Astor presidió aquí muchas veladas, pero era casi imposible conseguir una invitación, pues solo se admitía a los miembros de lo que ella denominaba "Los 400", una lista exclusiva de la alta sociedad.

Cuando John falleció en aquel fatídico viaje en 1912, la finca pasó a su hijo Vincent, antes de cambiar de manos numerosas veces en las décadas siguientes. Durante un tiempo, en los años 80, se organizaron visitas teatralizadas de la finca para el público en general, con actores que interpretaban los papeles de mayordomos, lacayos y criadas.

Al parecer, su último propietario, Larry Ellison, pretende transformar parte de la casa en el Museo de Arte Beechwood.

No fue solo Beechwood lo que John Jacob Astor IV heredó de la dinastía Astor. Según se dice, Ferncliff, su lugar de veraneo preferido, es una extensa propiedad de 100 acres  (unas 40 hectáreas) en Rhinebeck, Nueva York. El padre de John, William Backhouse Astor Jr., compró varios lotes en 1853 e hizo construir una magnífica mansión victoriana en el conjunto de acres.

Aunque la casa principal original ha sido demolida, quedan otras residencias históricas en Ferncliff, incluida esta majestuosa casa de campo.

La asombrosa finca incluye Astor Courts, que sustituyó a la mansión principal en la década de 1940, y fue especialmente el telón de fondo de la boda secreta de Chelsea Clinton con el inversor Marc Mezvinsky.

En otra parte de la finca, la mencionada granja, conocida como Bryndelbrook, está enclavada en un terreno verde, flanqueada por esta encantadora casa con piscina. Bryndelbrook cambió de manos en 2019, vendiéndose por la nada despreciable suma de 3,5 millones de dólares (unos 3,3 millones de euros).

Aunque Bryndelbrook es mucho más modesta que el alojamiento que John Jacob Astor IV habría disfrutado durante su estancia en Ferncliff, ofrece una visión de la finca que William Backhouse Astor Jr. diseñó originalmente. Según Hazel Edwards Notting, la granja fue redescubierta en 2012 y desde entonces ha visto aumentar su tasación de 1,2 millones de dólares a 4,9 millones de dólares (unos 4,6 millones de euros), debido a su importancia histórica y a sus modernas reformas. En la actualidad, la propiedad acoge varios eventos boutique al año, lo que aumenta su encanto y valor.

El vasto complejo rural también incluye dos tranquilos estanques, un cenador y una casa de té, que los Astor construyeron originalmente como una locura. Desde entonces se ha convertido en una impresionante residencia de seis dormitorios que se vendió por 6,8 millones de dólares en 2018 (unos 6,32 millones de euros), ¡un precio nada desdeñable para una estructura que empezó siendo una dependencia!

La pintoresca finca está salpicada de estructuras patrimoniales y edificios de almacenamiento, incluidas varias casas de inquilinos para granjeros y trabajadores de la finca.

Tras el fallecimiento de John Jacob Astor IV, la propiedad pasó a manos de su hijo Vincent. Tras su muerte, la finca se dividió y se han ido vendiendo parcelas a lo largo de los años; en la carretera también están los graneros reconvertidos que restauró la famosa fotógrafa Annie Leibovitz.

La pintoresca finca está salpicada de estructuras patrimoniales y edificios de almacenamiento, incluidas varias casas de inquilinos para granjeros y trabajadores de la finca.

Tras el fallecimiento de John Jacob Astor IV, la propiedad pasó a manos de su hijo Vincent. Tras su muerte, la finca se dividió y se han ido vendiendo parcelas a lo largo de los años; en la carretera también están los graneros reconvertidos que restauró la famosa fotógrafa Annie Leibovitz.

Antes de que Henry Blank rozara la muerte, su floreciente negocio de joyería y relojería le había permitido construir esta espectacular mansión en Nueva Jersey en 1904. Hogar de Henry, su esposa Phoebe y sus seis hijos e hija, el regio edificio de ladrillo del prestigioso barrio de Glen Ridge era probablemente un hogar lleno de vida.

Una de las características más impresionantes de la propiedad tiene que ser el comedor inglés de 40 pies (unos 12 metros). Un vídeo de visita describe la cornisa de rosas doradas que enmarca el techo como una representación de las seis esposas de Enrique VIII, y el trabajo en relieve continúa alrededor de las estanterías arqueadas a ambos lados de la puerta.

Aunque es probable que el interior haya sufrido alteraciones a lo largo de las décadas, el corazón de la casa aún conserva el espíritu del diseño original de Enrique Blank.

Con sus tres plantas, la casa de 20 habitaciones habría tenido espacio de sobra para la numerosa prole de Henry y Phoebe. Pero lo que la casa tiene en metros cuadrados, también lo tiene en refinamiento. En este salón, la carpintería grabada, única en su género, se extiende por las paredes, mientras que un hogar de mármol ofrece un acogedor punto focal que suaviza el grandioso espacio. La lámpara de araña, como otras de la casa, es un buen ejemplo de metalistería de plata de Sheffield.

Segúnlas fuentes, Blank reclutó a un pequeño ejército para que le ayudara a dirigir la gran mansión. Al parecer, empleó a una cocinera, dos criadas y una institutriz para educar a sus hijos.

Ávido lector, se dice que Henry se retiraba a la biblioteca después de cenar y se sumergía en libros de arte, arquitectura y música.

La propiedad cuenta con un total de ocho dormitorios y cinco cuartos de baño, así como una casa para carruajes de dos dormitorios con cocina y comedor propios.

En marzo de 2021, la impresionante mansión se puso a la venta y posteriormente se vendió por 2,6 millones de dólares (unos 2,42 millones de euros).

Se dice que Phoebe, la esposa de Henry, no volvió a dejarle viajar solo a Europa después de su casi accidente a bordo del Titanic.

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